Las cosas del ropero de una bruja…

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Larry A. Downs, vice-presidente y publicador de Grupo Nelson respondió hace tiempo a una encuesta en un website. La pregunta era ¿Cree usted que los libros de la serie de Harry Potter perjudican espiritualmente a los niños? Su respuesta correspondió al 9% de los que opinaron en el sondeo. Según él, Harry Potter no es la amenaza que se nos ha enseñado.


Pero me puse a pensar, aquí tenemos un libro que está captando la atención de toda una generación de jóvenes, sin ser parte del esfuerzo que la sociedad hace para que los jóvenes y niños lean. Tú y yo podremos decir: «Sí, es una mala influencia» pero si no les estamos dando algo bueno para reemplazar el libro del cual estamos en contra, solamente estamos robándoles el disfrutar de una lectura, bueno o mala depende de cada uno.


De acuerdo con él. Los libros que hacemos los cristianos son cosas como “mil y un respuestas para mil y un preguntas” o “las aventuras del pollito cristiano y el plumero dominical”. Es decir, son predicaciones disfrazadas de literatura.


Sin embargo, existen antecedentes, por lo menos dos autores que crearon literatura mítica, ética y compleja bajo temas moralmente acordes a la Palabra de Dios sin caer en los redundantes temas “cristianestésicos”. No ángeles peleando con demonios, no idas a la iglesia a cantar himnos, no aventuras en las calles de oro.


John Ronald Reuel Tolkien es autor de la serie de “El señor de los anillos”. Uno de sus mejores amigos, coincidente con él en pláticas y temáticas literarias fue Clive Staples Lewis, autor de algunos de los libros para niños más vendidos de la historia. “Las crónicas de Narnia”.


Estos libros, respetados por la iglesia y, en el caso de Lewis, incluso usados en la escuela dominical, están llenos de ejemplos de amor, sacrificio, humildad, servicio, amistad, amor desinteresado y magia. Sí, magia.


Gandalf, en “el señor de los anillos” es el sabio hechicero que encamina a la comunidad del anillo en sus planes de destruir el poderoso anillo de poder creado por el señor oscuro Sauron, con el que planea recuperar su poder y derribar toda oposición a él para regir con su vara de maldad a la tierra media. En el camino Elfos, Enanos y Hombres se unen a unos humildes Hobbits a la defensa de las virtudes contrarias a esa maldad que se cierne sobre ellos. Hay traidores, como Bóromir, que haría un excelente Judas; heroes como Aragorn, que sacrificaron todo para servir a quienes le rechazaban y hasta un tipo de Cristo, como el pequeño Frodo, que dejó su cómoda y resuelta vida en la Comarca para hacerse humilde y llevar sobre de él la maldad para destruirla a costa de su propia vida. No es la biblia, ni mucho menos es mejor que ella, pero esta historia resume el sentido bíblico del mensaje cristiano.


En el León, la Bruja y el Ropero vemos el sacrificio y resurrección de Aslan, creador de Narnia. Se hace mención del “amor” como la más grade magia de todas y el sacrificio por el inocente como una manifestación de la gran magia que puede vencer a la muerte. En la Silla de plata vemos a una bruja-serpiente que es vencida por dos niños. En el Sobrino del mago vemos la creación de Narnia, la llegada de la bruja Jadis y todo ello nos vuelve a remitir a la Palabra de Dios. Sin embargo no es la biblia y la serie está llena de magos, brujas, animales parlantes, centauros, ogros, faunos, grifos y fénixes que llenan las páginas soñadas de estos libros.
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